Suelen ocurrir en consecuencia de haber vivido un acontecimiento estresante importante como un accidente de tráfico, una agresión o un desastre natural.
Los síntomas son muy variables, pudiendo presentar episodios de crisis de ansiedad, problemas de sueño, pesadillas hasta episodios de desrealización, bloqueos y amnesia.
Los síntomas aparecen al haber vivido un evento traumático intenso y aterrador, ocasionando una reacción desagradable y disfuncional de la persona.
Ocurre tras cambios significativos como una ruptura sentimental, pérdida de un familiar o despido laboral, causando un estrés desmesurado e importante.
La persona puede experimentar episodios de desrealización, pérdida de identidad o de desconexión secundarios a la vivencia de un trauma latente.
